Por Milton Olivo
La Costa del Faro, Santo Domingo Este, era una ciudad como muchas otras. Cansada, cubierta de basura, polvo, oscuridad y olvido, donde la esperanza apenas florecía entre escombros y callejones oscuros.
Pero ayer, 24 de abril, algo especial ocurrió. En la Costa del Faro, SDE, ese rincón resiliente, se encendió una luz más fuerte que nunca. Fue el día en que el Pastor Dio Astacio, alcalde de esta tierra de contrastes, presentó las memorias de su primer año de gestión. Pero más que un informe, fue la historia de una transformación milagrosa.
Desde temprano, la ciudad vibraba con una energía distinta. Su programa de actividad, junto con el sol se inició con el izamiento de la bandera, ondeando como si también quisiera dar gracias.
Posteriormente en la Parroquia Stella Maris, las voces se elevaron en plegarias, luego regresar al Palacio Municipal a escuchar la RENDICIÓN DE CUENTAS y luego, bajo el mismo cielo, un culto de acción de gracias liderado por el Pastor Ezequiel Molina unió corazones y convicciones.
Fue un acto simbólico: fe, amor, esperanza y gestión humana caminando juntos, en respeto mutuo, como columnas de un nuevo estilo de gerencia política, informando los maravillosos resultados de un nuevo modelo de gobierno municipal.
Dicen que el verdadero cambio no se anuncia, se siente. Y los vecinos ya no dudan: la ciudad que ayer parecía un vertedero, hoy como la Costa del Faro, florece como un jardín. Las noches que solían ser túneles de miedo por la oscuridad fruto del abandono reinante en el pasado, ahora están bañadas en luces de seguridad y esperanza. La Costa del Faro dejó de ser una zona relegada para convertirse en la segunda ciudad más segura de toda la República Dominicana.
Limpieza, siembra de árboles, rescate de parques, calles y espacio públicos coloridos es la imagen del presente. Donde antes había abandono, hoy hay risas, juegos y arte. Jóvenes que solían deambular sin rumbo, ahora forman parte del programa PROA: aprenden un idioma, practican un deporte, y descubren la música como lenguaje universal. Ya son casi 3 mil los pequeños ciudadanos que, gracias a esta visión del Pastor Dio Astacio, están construyendo un futuro más brillante.
Pero la historia no se detiene ahí. Decenas de avenidas iluminadas, miles de chatarras retiradas de las calles y aceras, una policía municipal que inspira confianza y respeto. Decenas de murales en la vía pública, que no solo embellecen, sino que cuentan historias. Y detrás de cada logro, un principio irrenunciable: la transparencia.
La ciudad ya no solo vive, sueña. La captación de inversión proyecta Torres habitacionales, muelles turísticos, plazas comerciales, centros culturales y un tren turístico que recorrerá sus encantos.
Los abuelos ya no están solos, se levantan centros para su asistencia y recreación. Las embarazadas reciben cuidado, además de vitaminas para asegurar la salud de los infantes por venir, y los enfermos son atendidos en el renovado hospital municipal de Ralma. Los cementerios también están siendo dignificados, porque la dignidad no tiene fecha de vencimiento.
La Costa del Faro, Santo Domingo Este, el municipio más grande de Centroamérica y el Caribe, ha despertado. Y lo ha hecho de la mano de un hombre que llegó con Biblia y visión, con fe y planificación. El Pastor Dio Astacio, no solo rindió cuentas; narró la crónica de una nueva era.
Cuando un pueblo camina unido por la fe, guiado por el trabajo y la visión de un líder comprometido, no solo cambia su presente: redefine su futuro. En Dio Astacio, la Costa del Faro, Santo Domingo Este, ha descubierto mucho más que un alcalde; ha encontrado un modelo de liderazgo transformador, cuyas convicciones y visión de nación tienen el poder de inspirar y renovar toda la República Dominicana.
El autor es escritor, novelista e historiógrafo. Autor de 5 libros.