Por:Danilo Cruz Pichardo
Si algo hay que admitirle al PLD fue la disciplina y coherencia conductual exhibida por sus miembros. Inclusive ese comportamiento continuó –por mucho tiempo– después de la desaparición física de Bosch. Se sabe que la gran mayoría de los discípulos del profesor se descarriaron, pero supieron guardar discrepancias y ponerse de acuerdo hasta para los actos de corrupción pública.
El ejemplo del PRM –que hoy está en el gobierno– dista mucho del PLD y se percibe como una orquesta desafinada, donde cada cual está por su lado. Los funcionarios, los senadores, los diputados, los alcaldes, los concejales y ni decir de los dirigentes del partido (en sus distintos niveles).
De todas las diferencias, sin embargo, la más grande está entre los funcionarios oligárquicos gubernamentales y las bases del PRM. Esas bases están formadas por personas humildes y marginadas en lo económico y social.
La verdad es que, además, hoy día, tanto en el partido como en el Gobierno son pocos los que levantan los principios de Peña Gómez. Solo a Guido Gómez Mazara, entre otros, al más alto nivel, se les ve enarbolar el ideario de Peña Gómez. Gómez Mazara mantiene un discurso en defensa de los de abajo, en contra de la oligarquía y de repudio a la corrupción pública, incluyendo las auditorías maquilladas.
Y millares de perremeístas en todo el país no han renunciado del PRM porque cifran sus esperanzas en el doctor Gómez Mazara.
De los pocos funcionarios perremeístas, que tiene este Gobierno, ninguno se atreve a tocar los temas que aborda Gómez Mazara por temor a ser destituido.
No es un secreto, asimismo, que el presidente de la República nunca asimiló al extinto líder del PRD, hoy convertido en PRM.
Luis Abinader, en su condición de presidente de la República, que nombra y emite decretos, ha pasado a controlar la dirección del PRM. Y en su cúpula solo acepta a aquellos que estén dispuestos a levantar manos a las propuestas de José Ignacio Paliza. De ahí parte la exclusión de la Comisión Ejecutiva de Ramón Alburquerque, Fafa Taveras y Tony Raful, tres personas de pensamiento propio.
Una fuente palaciega afirmó al suscrito que con la exclusión del poeta Raful se buscaba también su renuncia de la Embajada de Italia, para en su lugar designar a Robertico Salcedo, un joven sin experiencia política.
Como Raful no dimitió entonces se le ha prometido a Robertico la candidatura a senador por el Distrito Nacional, con miras al certamen de 2024, lo que ha generado disgusto en la senadora Faride Raful y hasta se ha rumorado su declinación de la membresía de la Comisión Ejecutiva.
Se observa afán de convertir al PRM en un instrumento de la oligarquía, de ultraderecha, desmontando el legado democrático de Peña Gómez, lo que para algunos analistas será motivo de problemas en esa entidad política, sobre todo al salir del poder. Habría rebelión contra Luis Abinader.
Como parte de la dispersión de conductas políticas que hay en torno al Gobierno y al propio PRM, se pudo observar recientemente como Raquel Peña, vicepresidenta, se fue en elogios hacia Abel Martínez, alcalde de Santiago, en un acto donde participaron ambos. “Abel Martínez es muestra de un liderazgo distinto y joven, con quien se puede trabajar para el desarrollo de la nación”, sostuvo la señora Peña.
¿Es posible trabajar por el desarrollo del país junto a una persona que dirige una institución edilicia que se encuentra dentro de las denominadas auditorías maquilladas? ¿La señora Raquel Peña pensó bien sus palabras o sencillamente anda por otro rumbo? ¿Acaso la señora Peña ignora que el reputado periodista Esteban Rosario ha reiterado tener pruebas de serias irregularidades cometidas en el Ayuntamiento de Santiago, bajo la alcaldía de Abel Martínez, llegando al extremo de retar al funcionario peledeísta a que lo someta a la justicia.
Se observa dispersión conductual, de igual modo, en el Show que ofrecieron el ministro de Educación y varios diputados que fueron a visitarlo. Es cierto que las reglas las establece el jefe de la institución, pero con los visitantes se muestra cortesía y a Ángel Hernández se le ve en un video ponerse de pie y hablar de forma grosera a nada más y nada menos que a miembros del primer poder del Estado.
¿Estaría Hernández –al que no se le conoce militancia política– actuando de forma arrogante producto del respaldo que tiene de sectores empresariales, que dieron mucho dinero en campaña al actual jefe de Estado, que ahora lo recomendaron para el cargo que ocupa?
Aparte de dispersión política conductual se observan actos demagógicos en funcionarios del Gobierno. Tras el paso del Huracán Fiona por el país a José Ignacio Paliza se le vio cargando alimentos para asistir a damnificados del fenómeno meteorológico. La intención del ministro y presidente del PRM, con esa imagen, es ofertar una percepción de humildad y sacrificio ante la opinión pública.
Lo primero es que Paliza puede dirigir el operativo de ayudas a personas afectadas sin caer en poses. Para cargar esas cajas y sacos hay guardias y obreros destinados a esos fines, lo demás es demagogia.
Se dice que si fuese humilde recibiera a dominicanos necesitados de empleo para comer. No los recibe en el partido, pero mucho menos en palacio. No es ético tratar de sacar beneficio político de una tragedia.
Al propio presidente de la República, Luis Abinader, se le ha visto en varias oportunidades desmontarse en carreteras para consumir coco de agua, chicharrones o simplemente para saludar a motoconchistas. ¿Qué se busca con ese gesto? Que lo perciban como el presidente más humilde que ha tenido la historia del país. La práctica dice todo lo contrario.
En ninguna de esas paradas ha dejado soluciones a problemas sociales. Y es el único presidente, en todo el trayecto de la historia social dominicana, que ha conformado un gabinete de empresarios, de personas ricas, con contadas excepciones. Desde el 16 de agosto de 2020 el grueso de los decretos fue para favorecer a popis. En muchos casos a familias enteras de popis.
Comerse unos chicharrones o tomarse un mabí de bohuco no convierte a ningún presidente en persona humilde, cuando su práctica dista mucho de esa condición, estiman analistas políticos.
Cualquier sociólogo que haga un estudio serio o historiador objetivo tiene que calificar a Abinader de clasista, pues es el único que ha presidido un gobierno de ricos, sustentado por un partido de personas pobres, cuyo líder paradigmático fue el extinto José Francisco Peña Gómez, el hombre que llenaba la Plaza del Puente de la 17 con habitantes de los barrios aledaños.
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