Por ABINADER FORTUNATO
Qué mensajes y reflexiones más allá de sus cuidadosas y premonitorias expresiones, quiere traducir el doctor Antonio Isa Conde, empresario, politico y hombre público, en su carta pública al brillante economista y vicepresidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Juan Ariel Jiménez.
Aunque resalta su brillantez y sus capacidades, les advierte como un elemento providencial su juventud y el compromiso que representa su figura nueva para una generación de servidores en la política sin máculas, sin afrentas y sin vínculos con la corrupción que ha normado la gestión gubernamental en la República Dominicana, y que ha salpicado al PLD y a todo el sistema de partido en el pais.
Don Tony Isa, como le conocemos, ex ministro de Energía y Minas, y uno de los más influyentes funcionarios en las gestiones de los gobiernos expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, al parecer, no por casualidad, con Juan Ariel, separa el trigo de la cizaña, y les confiere una responsabilidad suprema, vital en la conducción o participación de las grandes tareas por venir en la construcción de un nuevo país.
No podrá desperdiciarse en su emotiva misiva fechada desde la histórica ciudad de Estambul, antigua capital de Turquía, que su mensaje deja explícito, que abomina, le da asco toda esa corrupción pública que permeó al PLD en el propio liderazgo del gobierno y una parte de su tejido social.
En su comunicación hecha pública en el periodico Listin Diario de éste martes, Tony Isa trata de salvar al muchacho (a pesar de su juventud, fue el eficiente ministro de Economía Planificación y Desarrollo mas joven del Gabinete de Danilo Medina con 31 años), como si fuera un hijo, previniéndoles de las achechanzas malsanas y malditas de la politica sucia y sin decoro.
Creo además que muy a pesar de que el doctor Isa Conde exhorta a Juan Ariel a mantenerse limpio y sin contaminación en la actividad politica, lo avisora tal vez como una tabla de salvación representando al nuevo y joven liderazgo del PLD que no se ha manchado, pero también enviándole un dardo punzante y sancionador a la columna vertebral del partido que una vez representó la esencia, la mística, la filosofía y la obra de Juan Bosch.
