NUEVA YORK.- Karl-Anthony Towns hizo más que ayudar a los New York Knicks a evitar la eliminación en las Finales de la Conferencia del Este. Grabó su nombre en los corazones de la comunidad dominicana en todas partes. Su actuación inolvidable en el cuarto período, nacida del dolor y alimentada por el amor, lo transformó en un símbolo de orgullo para una comunidad que a menudo ha luchado por verse representada en el escenario más grande del baloncesto.
Esto no fue simplemente una remontada. Fue una reivindicación—de fuerza, de herencia, de la promesa de un hijo a una madre que ya no está aquí.
El punto de quiebre antes del avance
El juego, por todos los relatos, parecía destinado al desastre. Con poco más de tres minutos restantes en el segundo cuarto, los Knicks enfrentaban un déficit de 20 puntos contra los Indiana Pacers. Los fanáticos se prepararon para lo peor: quedar a un juego de ser eliminados ante un deficit de 0-3 en la serie y el posible desmoronamiento de una temporada llena de esperanza.
¿Y Karl-Anthony Towns? Durante tres cuartos, había anotado solamente cuatro puntos y fue acosado por problemas de faltas. Los críticos habían comenzado a susurrar. Pero esos susurros se convirtieron en asombro a mediados del cuarto período.
En los últimos 12 minutos, Towns cobró vida. Un triple en la primera posesión. Una bandeja segundos después. Con la estrella escolta Jalen Brunson en el banquillo debido a las faltas, Towns se convirtió en el eje de la ofensiva de los Knicks e inició una remontada de 36-20 que sorprendió tanto a fanáticos como oponentes. Anotó 20 de sus 24 puntos en el cuarto período, agregando 8 rebotes en un cuarto que se sintió menos como algo deportivo y más como destinado. Towns terminó con 24 puntos en 8-17 tiros y 15 rebotes.
Una actuación grabada en la historia
Towns no solamente lideró a su equipo—hizo historia. Se convirtió en solo el segundo Knick en la era moderna en anotar más de 20 puntos en un cuarto período de un juego de playoffs, uniéndose solo a su compañero Jalen Brunson. Los comentaristas nacionales y las voces del Salón de la Fama guardaron silencio, sus críticas reemplazadas por reverencia.
Pero esto no se trataba solo de puntos, rebotes o minutos jugados. Se trataba de una fecha.
Día de las madres dominicanas: Un juego más allá del huego
El día de las madres dominicanas cae el último domingo de cada mayo, coincidiendo el tercer juego de la serie entre los Knicks y los Pacers. Es un día de reverencia—uno que Towns, cuya madre Jacqueline Cruz que procedía de la República Dominicana, lleva cerca de su corazón. Desde su fallecimiento en 2020, debido a complicaciones del COVID-19, Towns ha hablado a menudo de su legado, de cómo su espíritu lo guía.
En el día de las madres dominicanas, la honró de la manera más pública imaginable.
«Saludos a los dominicanos, hermanos, en el día de las madres dominicanas. Saludos a mi mamá,» dijo, conteniendo las lágrimas durante una entrevista post-juego transmitido nacionalmente. Ese breve momento lo convirtió en el primer jugador de la NBA en reconocer públicamente el día festivo al aire. Fue más que un tributo. Fue un reconocimiento cultural.
Dominicanidad en el corazón de Nueva York
Más de un millón de dominicanos llaman hogar al área metropolitana de Nueva York—casi tres cuartos de millón en la ciudad. Muchos ven en Towns no solo un atleta sino un reflejo de sus propios sueños, luchas y herencia. Nacido en los EE.UU. y criado en un hogar dominicano, Towns representa orgullosamente el país de nacimiento de su madre, habiendo jugado para la selección nacional dominicana desde los 16 años. Sus esfuerzos fuera de la cancha—incluyendo la construcción de infraestructura deportiva en Santiago—reflejan el amor profundo y la responsabilidad que siente por sus raíces.
Para los dominicanos que vieron la actuación de Towns esa noche, esto fue más que baloncesto. Fue afirmación. En una liga que ha visto pocos jugadores de ascendencia dominicana alcanzar el estrellato, Towns es un pionero. Si ganara un campeonato de la NBA, se convertiría en solo el segundo dominicano en hacerlo, siguiendo a Al Horford de Boston.
Levantándose a través de la adversidad
Por supuesto, ninguna historia de trascendencia viene sin desafío. Más temprano en el juego, Towns recibió críticas de la leyenda de la NBA Shaquille O’Neal por tomar un tiro profundo y mal aconsejado. «¿Estamos 0-2 abajo y tomando tiros de 35 pies?» se burló O’Neal. Pero al final del juego, fue ese mismo rango de tiro—combinado con rebotes clutch y determinación implacable—lo que selló la victoria.
Los críticos ahora estaban callados. Towns había hecho lo que las estrellas nacen para hacer: elevarse cuando más importa.
Más que un juego, un memorial
Cuando sonó el silbato final y los Knicks sellaron su victoria 106-100, no fue solo el equipo el que había triunfado. Fue la memoria de una madre, el orgullo de una nación, y la fuerza silenciosa de una comunidad demasiado a menudo pasada por alto.
Mientras se acerca el Juego 4, una cosa queda en claro: la serie puede cambiar de nuevo, el foco puede regresar a otros. Pero el 25 de mayo de 2025, siempre pertenecerá a Karl-Anthony Towns—y a la madre dominicana que lo crió para elevarse.