Por Manuel Hernández Villeta
La política migratoria hacia Haití debe tomar en cuenta la incierta situación que se vive en ese país. Sigue sin orden, ni eficiencia. No se sabe a que fueron los kenianos a Haití, porque no se les ha visto ejecutando su acción intervencionista.
La fragilidad de un gobierno colegiado indica a las claras que no hay un interlocutor válido para tratar el problema de migración masiva hacia la República Dominicana,
Da la impresión de que nada ni nadie tiene la débil fuerza y competencia para poner fin a esa inmigración que muchos la llaman una intervención pacífica,
Hay que poner control de este lado de la frontera. Cada haitiano que entre a territorio nacional tiene que tener sus documentos en regla, trabajo seguro y no ser una carga para el Estado.
Los empresarios que traen a estos haitianos se cruzan de brazos y es el gobierno dominicano que tiene que satisfacer sus necesidades sanitarias, ofreciéndoles los hospitales y las escuelas gubernamentales.
En áreas rurales y barrios marginados se da el caso de que los servicios son copados por los haitianos. Se calcula que puede llegar hasta un 40 por ciento la ocupación de los centros de maternidad y materno infantil, donde se atiende a las ilegales y sus hijos.
Los haitianos vienen ilegal a trabajar, sobre todo en la agroindustria y en la construcción. Los dominicanos prácticamente han abandonado esas áreas de producción, y se buscan la subsistencia por otra vía.
Culpa de esa deserción son los bajos salarios y las condiciones infrahumanas del trabajo. El dominicano no es vago, no se dedica a estas tarea por la poca seguridad en que se colabora con una labor tan exigente.
Los organismos internacionales continúan presionando para que el gobierno dominicano establezca campamentos de refugiados haitianos, próximo a la zona fronteriza, Aunque con tímidez, el gobierno dominicano no ha satisfecho esas demandas.
Pero desde hace años las Naciones Unidas ha tenido como su bandera de combate, que se establezcan los campamentos de refugiados en el país. En esta misión cuenta con el respaldo logístico y económico, de los Estados Unidos, Canadá, Francia y otros países europeos.
Hay que crear las condiciones de que el dominicano se encuentre satisfecho trabajando en plantaciones agrícolas y en la construcción Están los dominicanos tan lejos en esas áreas laboral que hoy son haitianos los capataces y los maestros constructores.
La República Dominicana lo único que debe hacer es levantar la bandera del diálogo, pero con autoridades competentes, que todavía no las hay en Haití. A lo interno tienen que continuar las deportaciones de indocumentados, y se debe rechazar la entrega de un carnet para identificar los que puedan seguir laborando.
El tema haitiano es explosivo. Tiene que ser tratado con toda la rigurosidad que este caso demande. El haitiano de estadía irregular tiene que ser repatriado. Y todos deben oponerse a los campamentos de refugiados. Orden en la casa.