Por Jhonny Trinidad
NUEVA YORK.- Los asuntos que más impactan a los dominicanos deportados desde Estados Unidos, españa y otros países son el capital social, humano y el psicológico, según Henry Montero, experto en el tema.
Montero, quien es presidente de Alquimedez Mental Health Counseling, recordó que más de seis millones de personas han sido deportadas de los Estados Unidos desde 1996. «La República Dominicana es uno de los diez principales países a los que se envían deportados», destacó el profesional de origen dominicano.
«También hay una larga historia de estudios sobre cómo los migrantes aprovechan el capital social, humano y financiero para integrarse en las sociedades de acogida. Qué formas de capital son útiles para la reintegración de los deportados y el capital de los deportados se basan para sobrevivir después de la deportación», declaró.
Explicó que «la combinación de capital humano limitado, capital social fracturado y capital psicológico positivo de los deportados ayuda en su reintegración».
Agregó que el acceso al empleo, no solo es un paso importante en la integración social y económica, sino que también ayuda a los deportados a lograr la estabilidad emocional.
Citó que «varios estudios muestran cómo el bienestar emocional y psicológico de los inmigrantes se ve afectado cuando son desarraigados de su país de residencia, separados de su familia y comunidades y colocados en un entorno desconocido».
«Estos sentimientos de alienación, el deseo de recuperar los lazos familiares y la amenaza de violencia hacen que la reintegración sea un desafío y motiva a los deportados a emigrar nuevamente a Estados Unidos», subrayó Montero en el programa Esto no es Radio, que se transmite por Alofoke FM, donde fue entrevistado por Javier Santana, Hony Estrella, Gabi Desangles, Ariel Santana y José Brito.
Advirtió que «esos desafíos llevan a algunos deportados a sufrir adicción a las drogas, alcoholismo y depresión, lo que también afecta su posibilidad de una reintegración exitosa».
«Además del sufrimiento personal, un contexto adverso de recepción que sea violento, pobre o estigmatizante puede disminuir severamente las posibilidades de restitución de los deportados», concluyó Montero.