Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO ESTE.- En medio de la maraña política local, nos encontramos con la preocupante figura de un aspirante a la alcaldía que parece querer llegar al poder, no por la voluntad genuina de los ciudadanos, sino por métodos cuestionables y, en muchos casos, fraudulentos. Este individuo, que quiere ostentar el cargo sin el respaldo de la membrecía de su propio partido, se convierte en una amenaza latente para el bienestar de nuestra comunidad.
La legitimidad de un líder municipal radica en su conocimiento profundo de los asuntos locales y en su capacidad para representar fielmente los intereses de sus ciudadanos. Desafortunadamente, en el caso de nuestro recién alcalde electo en las primarias del “gallo fuerte”, nos enfrentamos a una alarmante falta de entendimiento sobre los temas cruciales que afectan a nuestro municipio.
Es inquietante observar cómo este líder, carente de la anuencia de su propio partido, se aferra al poder, ignorando las voces y preocupaciones legítimas de los miembros que deberían respaldarlo. ¿Cómo podemos confiar en alguien que no cuenta con el respaldo ni siquiera de aquellos que comparten su afiliación política?
A esta problemática situación se suma el hecho de que el candidato del “gallo fuerte” evade los debates municipales, una herramienta esencial para discutir y resolver los problemas que afectan a nuestra comunidad. La negativa a participar en estos foros democráticos sugiere una falta de preparación, transparencia y compromiso con el diálogo abierto, elementos cruciales para una administración eficaz y justa.
La pregunta que debemos plantearnos como ciudadanos es: ¿realmente queremos a un líder que carece de legitimidad, conocimiento y voluntad para representarnos adecuadamente? La respuesta parece clara. La integridad de nuestro sistema democrático y la calidad de vida en nuestro municipio están en juego.
Es momento de exigir transparencia, participación y honestidad en la gestión de nuestros asuntos locales. La comunidad merece un liderazgo comprometido, informado y respaldado por la confianza de aquellos a quienes representa. No podemos permitir que el fraude y la falta de legitimidad se interpongan en el camino hacia un futuro más justo y próspero para todos.
El deber de un hombre, es estar donde es más útil.