Por Jhonny Trinidad
Para ser líder o presidente de un partido un político debe contar con cualidades que lo diferencien del resto de los dirigentes y de sus contrincantes. Necesita valentía, pasión, vocación, sentido de equidad, responsabilidad y mesura.
Cuando se ocupa ese puesto, siempre es bueno contar con asistentes, consejeros o colaboradores, y no conviene ganar enemigos o tener la prensa en contra.
El poder puede dañar cuando no hay equilibrio a la hora de tomar decisiones.
Es importante crear vínculos, no solo con los votantes, sino también con los que hacen opinión pública, con periodistas que hagan que sus propuestas se entiendan y convensan al electorado.
La comunicación es una parte esencial y puede marcar la diferencia.
En nueva York, los presidentes de los tres partidos mayoritarios de la República Dominicana (PRM, FP y PLD) no entienden eso, parece que su «altivez y endiosamiento» han obnubilado su inteligancia.
Neftalí Fuerte (PRM), Frank Cortorreal (PLD) y Carlos Feliz (FP) se han alejado, no solo de la comunidad dominicana en Nueva York, sino de los dirigentes y militantes de sus propios partidos.
Ninguno ha logrado conectar con la comunidad, no se identifican con los problemas que afectan a sus compatriotas aquí, en la Gran Manzana, ni han sabido vender a los líderes que representan, más bien, parecen peones, papagayos que dicen lo que sus amos les autorizan y repiten lo que oyen.
Cortorreal se ha vuelto mudo, antes salía hasta en la sopa, ahora no se ve en ningún lado.
Fuerte se convirtió en prepotente y parece que fue elegido con la única misión de «entorpecer y torpedear» los procesos internos del PRM en Nueva York y hacerle la vida imposible a Alejandro Rodríguez (Tontón) y otros que lo abversan.
En el caso de Carlos Feliz, no creo que ayude mucho a la causa de Leonel Fernández y la Fuerza del Pueblo.
El expresidente Fernández debió ser más cuidadoso a la hora de escoger al presidente de su organización en una plaza tan importante como la neoyorquina, máxime cuando en las filas de su partido hay dirigentes verdaderamente probos, leales y con un buen espacio ganado en la comunidad.
El historial y la «viveza» de Carlos Feliz no está a la altura del León. La forma en que se maneja no ayuda a la causa leonelista, ya que no tiene sentido de equidad ni de justicia y se comporta como un «truchimán». Además, solo aparece en los medios para figurear, vociferar «en público» dos o tres consignas y exhibir banderitas verdes.
La verdad es que tenemos presidentes que no se representan ni ellos mismos. Que pena!
Nuestra comunidad merece más que eso.