Por LEONARDO CABRERA DIAZ
Si preocupante es la gran presencia de haitianos ilegales en el país, más preocupante es aún, la actitud genuflexa y connivente si se quiere, de las autoridades al respecto.
Tenemos haitianos ilegales hasta en la sopa.
Existe una clara complicidad y contubernio de sectores económicos, empresariales y sociales que abierta y soterradamente, hacen el juego a organismos internacionales, en tales aprestos.
El presidente Abinader, ha reiterado aquí, allá y acullá, .“que no hay solución dominicana al problema haitiano”, no obstante, en los hechos sucede todo lo contrario, la cosa es al revés.
El verdadero problema lo tiene el pueblo dominicano.
Esta tierra de Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, y otros insignes hombres y mujeres que nos legaron una Patria libre e independiente, pero que hoy lamentablemente, es víctima de una transgresión perversa, fríamente calculada.
En tanto, Amnistía internacional, hostiga, atosiga e irrespeta nuestro derecho soberano.
Se nos acusa de racistas, xenófobos y de violar y mancillar los derechos humanos de los nacionales haitianos que ya han copado, el mercado informal de ventas de todo tipo de mercancías y frutas en nuestras calles.
Es cuestión de tiempo para que los niños haitianos superen el 50 por ciento de los nacidos en los hospitales públicos del país, así como de adolescentes inscritos en gran parte de las escuelas y liceos del Estado.
Lo mismo sucede en las construcciones y obras tanto públicas como privadas, también en labores agrícolas y servicios domésticos, motoconchistas, deliverys y otros.
De seguir por este derrotero, sin que haya una reacción al respecto, no estará lejos el día en que los dominicanos seremos los advenedizos o arrimados en nuestra propia casa.
Nadie alegue ignorancia después, ni se sienta sorprendido, porque lo que está a la vista, no necesita de espejuelos.
Con Dios siempre, a sus píes.