Por: Jhonny González
La historia política dominicana parece tejerse con hilos de repetición, donde decisiones del pasado resuenan en el presente.
La reciente controversia en torno a la figura de Raquel Peña, vicepresidenta de la República Dominicana, y su potencial candidatura presidencial, evoca inevitablemente el recuerdo del fatídico error de Danilo Medina al ungir a Gonzalo Castillo, a quien él mismo apodó «el penco», al considerarlo «un penco de candidato» y presentarlo como su sucesor.
En aquel entonces, Medina, con una popularidad envidiable, apostó por Castillo, un candidato carente de arraigo popular, carisma y escaso vuelo intelectual, subestimando el sentir de las bases de su propio partido y de la ciudadanía.

El resultado fue la derrota electoral, un recordatorio de que el dedo y la imposición rara vez triunfan sobre la voluntad popular.
Ahora, Luis Abinader, con una popularidad que emula la de Medina en su momento, parece dispuesto a transitar un camino similar. Su apoyo velado a Raquel Peña, quien aseguró recientemente haber soñado subiendo las escalinatas del palacio nacional, genera suspicacias y cierto descontento entre los demás aspirantes que, en lugar de soñar, trabajan arduamente y cada día por lograr el sueño de la «penca» de Luis.
La sombra del «penco» de Medina se cierne ahora sobre los hombros de Luis Abinader, sin estimar que la historia tiende a repetirse para aquellos que ignoran sus lecciones.
La elección de un candidato presidencial no es un mero ejercicio de designación, sino un proceso complejo que involucra la evaluación de atributos como liderazgo, carisma, conexión con las bases y capacidad para articular un proyecto de nación.
«El penco» de Medina demostró que la falta de estos elementos puede ser fatal para cualquier aspiración política.
La interrogante que surge ahora es si Abinader aprenderá de los errores del pasado o si, cegado por la confianza en su popularidad, repetirá la historia al apoyar, subrepticiamente, a Raquel Peña, su «penca».
La decisión que tome tendrá un impacto trascendental a lo interno de su partido PRM, y, si es del lado de su «penca» que se inclina la balanza, habrá que agarrar palco para ver el pandemonium que se desarara, irremediablemente, a lo interno del partido oficialista y esperar si se repetirá la historia con la «penca» de Luis.
El autor es licenciado en Estudios Internacionales, periodista, ex diplomático y profesor universitario.