Por Javier Fuentes
La caída de Andrew Cuomo no fue solo una derrota personal, fue el síntoma de una fractura interna que amenaza con desangrar desde adentro al Partido Demócrata.
El progresismo avanza como cruzada moral, dejando a su paso un partido dividido.
¿Cuomo víctima o cruzada ideológica?
Andrew Cuomo, a pesar de los escándalos y sombras, aún representa ser figura influyente del centro. Pero su derrota, solo se explica, si analizamos los errores cometidos de campaña, dado el avance coordinado de una nueva militancia que no perdona ni negocia.
El ala progresista, que no solo se opuso, lo silenció, enviando un mensaje contundente a todo líder que no hable su idioma…
A eso hay que sumarle que los simpatizantes de Eric Adams votaron en contra de Andrew Cuomo, especialmente si se argumenta desde una perspectiva sociopolítica.
Muchos, por ejemplo de los votantes que impulsaron a Eric Adams al poder, en especial sectores afroamericanos y latinos de clase trabajadora, vieron en Cuomo a un representante del “viejo orden político” de estilo autoritario, con escándalos personales que contrastaba con la narrativa de seguridad, dignidad y representación que Adams “ofreció”.
Esa base social no solo buscó un liderazgo nuevo, sino que castigó con el voto al que personifica el desgaste institucional. En ese contexto, no es descabellado pensar que una parte de ese electorado canalizó su descontento contra Andrew Cuomo o simplemente se abstuvo.
Hay un grito contra esa “vieja estructura”. La lealtad ya no es automática; se gana en la calle, no en los pasillos de ricos.
Mamdani: juventud, furia y redes sociales
Zohran Mamdani encarna una generación distinta: joven, islámica, digital, profundamente ideológica y radical en su lenguaje. Su campaña movilizó barrios enteros a través de narrativas de justicia social: enfrentar a los dueños de viviendas, reclamar transporte gratis, educación, anticolonialismo y redistribución de riqueza.
Fue más que una elección; todo una demostración de fuerza de una izquierda que ya no pide paso, lo exige a puñetazos verbales….
El Partido un campo de batalla
Los republicanos, ¡ojo..! marchan con férrea disciplina. En cambio los demócratas se debaten entre dos almas que ya no conviven: el institucionalismo de Biden, Obama, Clinton’s, Schumer y Nancy Pelosi. Y el progresismo disruptivo de: Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez, Elizabeth Warren, Pramila Jayapal, Ilhan Omar, Ayanna Pressley, Jamaal Bowman, Cori Anika Bush, Ro Khanna; todos fieras en la arena política.
Ese partido -demócrata- proyecta fractura, fricción, conflicto y contradicción, justo cuando necesita unidad para frenar a una derecha envalentonada ganando, devorando cómo dragón, en lugares inimaginables.
¿Progreso o purga?
Lo que comenzó como “renovación” ha mutado, en depuración. El progresismo ha logrado “victorias simbólicas”, pero ha sembrado una cultura de pureza donde todo lo que no es “radical es traición”.
El ex gobernador Andrew Cuomo fue purgado, no debatido. Y esa lógica de exclusión podría volverse contra ellos en estados donde el centrismo incluye a los religiosos fanáticos y dogmáticos con peso electoral.
Advertencia para 2026-2028
La derrota de Cuomo envía una señal peligrosa a los demócratas moderados: no hay espacio para el matiz, solo para el “fundamentalismo”. Y quedó evidencia aplastando concejales, asambleístas y demás….
Si esa tendencia se sigue acentuando, el partido podría enfrentar un ciclo electoral lleno de abstenciones, derrotas por margen estrecho y pérdida de distritos clave.
Lo ideológico no puede seguir “aplastando” lo estratégico.
¿Quién lidera el Partido Demócrata?
La pregunta es más urgente que nunca: ¿Biden “lidera con su grupo, desde la experiencia” con edades avanzadas y sin relevo?
¿O la corriente Bernie, Ocasio-Cortez, Mamdani y otros… “aglutinan masas, pero no mayoría”?
¿Pero quién gobierna?
Lo que interpreto es que el partido carece de articuladores capaces de unir lo nuevo con lo viejo, lo ideal con lo posible. Sin liderazgo integrador, el Partido Demócrata se transformará en una colección de tribus.. (…)
Distritos azules que se vuelven grises
En varios estados y distritos tradicionalmente demócratas; están girando —aún en luz roja— a la derecha.
La retórica progresista, centrada en “justicia racial, lenguaje inclusivo o economía climática”, no siempre resuena con votantes de clase media trabajadora, rurales, o latinos (religiosos) conservadores.
El resultado es claro, los demócratas perderían no por ideas, sino por desconexión, no todo gustan la “agenda progre”.
El Congreso un campo minado
La falta de cohesión interna en el Congreso es alarmante. El llamado “Squad” ha elevado temas éticamente válidos, pero muchas veces bloquea alianzas y frustra consensos.
La derecha aprovecha esa división para legislar sin contrapeso real.
El progresismo legislativo parece más cómodo “denunciando que negociando”.
El progresismo sin estrategia
La política no es una asamblea estudiantil. Para cambiar realidades, se necesita más que pasión: se necesita táctica, alianzas, narrativas amplias, no podemos tampoco dejar de entender que la izquierda demócrata ha ganado espacio, pero no ha aprendido a construir gobernabilidad. Y un partido sin gobernabilidad, es un partido que solo sirve para arrastrar masas sin ganar elecciones. En el estado de New York y California le “puede resultar”. Quizá…..
¿Y en los demás? Lo dudo…
El fuego que quema
La derrota de Andrew Cuomo es símbolo del “fuego verbal que quema”, visto por muchos “fuego extraño” y advertencia para un Partido Demócrata que, sigue convertido en campo de batalla ideológico, y corre el riesgo de autodestruirse en elecciones, mientras el adversario político —la derecha—, consolida el poder.
En síntesis: Si no se construyen puentes entre generaciones, ideas y estilos, el progresismo termina adueñándose del partido… y la derecha se quedará con el país, en el 26, 28 y ……(?)