lunes, diciembre 2, 2024

Jesucristo manipulado

Por FAUSTO PIÑA BELLO 

Jesucristo era un descendiente de Sem, hijo de Noé, en el nuevo mundo después del «diluvio de Noé». Este era de la ascendencia de Abraham, Isaac y Jacob, quienes vivieron unos mil quinientos años antes de él. De ahí que, nace de la descendencia Judá, hijo de Jacob, cuya ascendencia también es de David, rey de Israel. La genealogía judía hace posible localizar los antepasados de Jesús y además, permite verificar su condición de rey, para tomar el trono de David, Luc. 1:32.

Las profecías que hablan de Jesús en su misión salvífica, profética, sacerdotal y de rey pueden ser encontradas en todo el Antiguo Testamento de la Biblia. Estas describen todos los acontecimientos que sucedieron durante la vida y obra de Jesucristo, como una evidencia de su anunciación divina. El vino, a cumplir la voluntad de su Padre, quien amando a los humanos, usó de su misericordia para con nosotros, dando a su Hijo a morir en una cruz, por nuestros pecados.
Durante su vida, él tuvo que demostrar que era el Mesías (Cristo), a través de sus obras, por eso escogió a doce hombres para que se convirtieran en testigos de sus obras, de su vida y divinidad. Juan escribió: «Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» Jn. 20:30, 31.
Los primeros que creyeron en Jesucristo fueron israelitas de las tribus de Benjamín, de Judá y de Leví, las cuales componían el reinado del sur, cuya capital era Jerusalén. Estos Israelitas fueron llevados a Babilonia, por el rey Nabucodonosor en el 538 A.D, y regresaron setenta años después con Esdras y Nehemías. De esos que regresaron, fueron los ascendientes más cercanos a Cristo, como lo fueron María y José. Pero, también de ellos fueron sus seguidores, como los apóstoles que eran todos de Galilea, exceptuando al apóstol Pablo.
Decir que los judíos o israelitas no aceptaron a Jesucristo, es una manipulación. Además, muchos lo aceptan como profeta, lo cual es real, él es el profeta de quien escribió Moisés, como lo ratificó el apóstol Pedro: «Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo» Hc.3:22, 23; Dt. 18:15- 19.
La iglesia comenzó con israelitas, casi en todas las partes del mundo del Nuevo Testamento. Los cristianos judíos, iban primero a los de su nación y luego predicaban a los gentiles. Inclusive, los llamados judaizantes, eran judíos convertidos a Cristo, quienes además, conservaban la obediencia a la ley de Moisés. Los apóstoles Pedro y Jacobo, y Juan quienes eran tres columnas de la iglesia en Jerusalén y Judea, eran de esa corriente judaizantes, puesto que su ministerio fue para con ellos, Gál. 2:7- 9.
Los gentiles convertidos a Cristo, y con su influencia del gnosticismo y del paganismo hicieron más daño al cristianismo que los mismos judíos. Puesto que, los judíos tuvieron que confrontar todas esas creencias, para que la persona y doctrinas de Cristo pudieran ser bien entendidas. Gracias a la sabiduría y valentía de Pablo, quien explicaba con profundidad el evangelio de la gracia y la deidad de Cristo, pues, predicaba un evangelio Cristocéntrico.
Los judíos no creyentes, igual que los gentiles no creyentes en Cristo, han manipulado la verdad sobre Jesucristo, para presentarlo como un farsante, derrotado y débil hombre. Los ateos niegan su existencia y sobre todo su divinidad. De ahí que, él ha sido manipulado por muchas personas. Pero, aún así, permanece siendo predicado, creído y glorificado por miles de millones de personas. Jesucristo fue, es y será un vencedor.
Además los creyentes en Cristo somos difamados por causa de los falsos creyentes, quienes se disfrazan como tales. Estos oscurecen un poco la luz de Cristo, pero nadie ni nada puede apagar esa Luz tan brillante que sobrepasa a la luz del Sol. La verdad y la promesa de él, son fuentes seguras, que llevan a la salvación y transformación de los que creen. Cristo nos da una esperanza viva que inicia en la tierra y culminará en el cielo.
Existen dos testigos visibles que atestiguan sobre la veracidad y triunfo de Cristo: Las iglesias, y la Biblia, ambos han sido perseguidos, atacados, difamados, calumniados, entre otros. Mas, ellos brillan en el mundo, como dos lumbreras inapagables.
Ambos testigos, anuncian a Cristo, se corroboran y han ido venciendo y vencerán hasta la venida en gloria del Cristo. Las iglesias edificadas por Cristo, y la Biblia inspirada y revelada por el Espíritu Santo; son garantes de la verdad, I Ti. 3:15; Jn. 15:26;16:13.
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