Por Alejandro Santos
Los partidos políticos dominicanos en su afán de establecer un dominio prolongado en la conducción del poder ejecutivo, se están enfrascando en una guerra de exterminio que tiende a conducir definitivamente hacia un debilitamiento y una pérdida de credibilidad del sistema de partidos en nuestro país.
El punto de partida está relacionado con el llamado “Frente Patriótico” de 1996, aquel pacto en el cual el Presidente Balaguer decide apoyar a Leonel Fernández, en la segunda vuelta, contra Peña Gómez.
Lo ocurrido después, vino a transformar el quehacer político dominicano, el PLD desde el gobierno absorbió al Partido Reformista, pasando el PRSC a convertirse en una tercera fuerza electoral, perdiendo el puesto de haber sido el principal partido, con la más larga carrera en el ejercicio del gobierno.
Años posteriores se produjo la crisis en el PRD, entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía, terminando con la división del PRD, y la formación del PRM. Durante el proceso de división, hubo una larga disputa jurídica entre las dos facciones, por la supremacía institucional del PRD, todas las sentencias evacuadas por el Tribunal Superior Electoral favorecieron a Miguel Vargas, quedando estos hechos registrados como una injerencia del gobierno del PLD, para dividir al PRD, y favorecer a Miguel Vargas.
Los hechos narrados anteriormente referente a lo sucedido con el Partido Reformista y el PRD, han quedado grabados en la memoria del PRM, como precedentes crueles, que el PLD desde el gobierno fue capaz de aplicar todas las malas artes a su alcance para dañar a los demás partidos políticos. De está manera el PLD aseguró perpetuarse en el poder por un periodo de 20 años continuos.
Ahora el PRM con Luis Abinader tiene el mando del poder, se percibe la existencia de un plan para barrer con la oposición de cara a las elecciones presidenciales y congresuales del 19 de mayo 2024, pero no solo ganar las elecciones, más que eso, dejar al PLD y a la Fuerza del Pueblo totalmente debilitados y maltrechos.
“Quien a hierro mata, a hierro muere”, vengo escuchando este refrán desde que tengo noción de mi memoria. También he visto su aplicación como sentencia de venganza, y para justificar que se cometa cualquier crimen sobre alguien que su vez haya cometido un crimen anterior.
El asunto radica que todo aquel que haya cometido un crimen es proclive de recibir el mismo acto sobre sí mismo, como si fuera una consecuencia natural o divina.
Intento establecer una relación entre este designio y lo que está ocurriendo en el actual proceso electoral, a propósito de la profusa migración desde el PLD y la Fuerza del Pueblo hacia el PRM.
Sin entrar en ningún tipo de consideración ética o moral, de los que se mudan o de los que lo motivan a mudarse, un hecho cierto, es que somos testigos de un fenómeno que se repite en nuestra realidad política electoral.
En este intento de observar estos fenómenos parecidos o similares, de nuestra reciente historia política dominicana, se vienen aplicando las mismas recetas, puede caber la pregunta: ¿son los mismos asesores que tuvo el PLD y los que hoy tienen el PRM, los que están conduciendo el quehacer político dominicano ?
No sé ustedes qué piensan, pero pareciera que fuera el mismo libreto con otros actores.