Por Danny Pujals
SANTO DOINGO, RD.-Con el paso por el país de la tormenta Melissa, el alcalde de Santo Domingo Este parece estar en su elemento. Desde que comenzaron las lluvias, no ha parado de mostrarse en las calles con sus botas, casco protector y capa impermeable, como si de un héroe de película se tratara. Sin embargo, detrás de esta imagen cuidadosamente construida para las cámaras, el municipio sufre las graves consecuencias de la falta de previsión y mantenimiento en los sistemas de drenaje pluvial.
Mientras el alcalde posa para las redes sociales, miles de familias enfrentan el drama de las inundaciones. Las calles se convirtieron en ríos, las viviendas en lagunas, y los filtrantes demostraron una vez más su fragilidad ante la lluvia. No se trata de un fenómeno nuevo ni imprevisible; cada vez que cae un aguacero fuerte, Santo Domingo Este colapsa, revelando la falta de planificación y de obras efectivas que realmente protejan a la población.
Lo más indignante es la actitud del propio alcalde, que en lugar de solidarizarse con los afectados, ha tomado la situación como motivo de burla. A través de sus redes sociales comparte imágenes y comentarios que ridiculizan el sufrimiento de los municipes, como si el caos fuera una oportunidad para hacer propaganda personal o entretenimiento digital. Esa conducta es una falta de respeto a quienes lo eligieron para servir, no para burlarse.
El paso de Melissa no solo dejó calles anegadas y hogares destruidos, sino que también expuso el desastre administrativo de una gestión más preocupada por la apariencia que por la acción. El municipio no necesita un alcalde con botas nuevas y capa brillante; necesita un líder con compromiso, empatía y visión para resolver los problemas que año tras año repiten el mismo guion de tragedia.
Santo Domingo Este, con su gran población y dinamismo, merece soluciones reales. Los millones de pesos que se anuncian en presupuestos deben verse reflejados en obras duraderas, en sistemas de drenaje funcionales y en una gestión municipal responsable. No basta con aparecer bajo la lluvia para simular trabajo: se requiere planificación y transparencia.
Definitivamente, la tormenta Melissa dejó al descubierto más que agua acumulada; evidenció la falta de liderazgo serio en el Ayuntamiento. Y mientras el alcalde continúa en “sus aguas”, los municipes siguen atrapados en las suyas, esperando que algún día llegue un verdadero gestor que entienda que gobernar no es posar, sino servir.
