Por Luz Towns-Miranda
Muchas personas no están conscientes del poder y los efectos positivos que la música, y los sonidos pueden tener para calmar a los bebés.
Como padres y cuidadores, podemos cantar suavemente a nuestros bebés para calmarlos. Cuando un bebe llora y te escucha cantarle una canción de cuna o rima, o tocar música que fomenta la relajación, el infante pausará y se preguntará, “¿Qué está haciendo?”. Eso ayuda a cambiar la atención del bebé, de la situación que le podría estar incomodando.
Recuerden que los adultos somos un “espejo” para los bebés y debemos reflejar sus emociones para dejarle saber que los entendemos. Las canciones o sonidos que elijamos, deben ser calmantes, estimulantes y atractivos a la atención de los niños.
Los estudios han demostrado que los niños que están expuestos a la música o que reciben clases de música acaban desarrollándose más neurológicamente, porque las canciones y los sonidos musicales pueden llegar a una parte diferente del cerebro. Por eso es tan importante la educación artística. La música o las artes mejoran el desarrollo general y funcionamiento académico de los niños, aunque éstos no las desarrollen profesionalmente.
Duérmete Niño, Palomita Blanca, La Linda Manita, y “Estrellita ¿Dónde Estás? (al son de Twinkle Twinkle Little Star en inglés), entre otras, son algunas de las rimas y canciones de cuna más populares en español. El compás de muchas de estas canciones le recuerda a los bebés los latidos del corazón, algo que les es muy familiar y calmante. Asimismo, pueden ser acompañadas por movimientos suaves como mecer.
Las canciones que también contienen movimiento interactivo o actividad también son muy efectivas. Los niños imitan los sonidos que escuchan, aplauden, dan golpecitos y cantan, lo que les ayuda a ampliar su vocabulario. Las canciones populares de este estilo en español incluyen El Abecedario (que también es muy conocida en inglés como ABC Song), Cucú Cantaba la Rana; Que Llueva, Que Llueva; Mambrú se fue a la guerra y El Barquito Chiquitito, entre otras. En inglés, están “Old MacDonald Had a Farm”, “Ring Around the Rosies”, “The Wheels on the Bus” y “Baby Shark”. Estas canciones también representan una divertida actividad compartida entre niños y adultos.
También puedes usar música instrumental, sin letras – incluso música clásica como Classical Baby Einstein ó Baby Mozart. Esto es muy eficaz en la casa y en el auto. Al familiarse con esta música, los niños la asociarán con “música tranquilizadora” y la harán parte de su lenguaje y zona de confort.
Los beneficios de la música pueden comenzar durante el periodo de gestación, ya que la voz suave y la música fortalecen el vínculo entre la madre y el bebé.
También ayudan a acelerar el desarrollo del cerebro de la criatura en el vientre.
Los bebés reconocen y reaccionan a las voces y la música que escuchan mientras están en el útero. Por ejemplo, durante mi noveno mes de embarazo con Lin-Manuel, fui a un club para celebrar la despedida de año. Cuando la música comenzó a sonar, mi vientre comenzó a moverse al ritmo de la canción. Cuando la música se detenía, también se detenía el movimiento. Conscientes de que el niño – que estaba a días de nacer – podía escuchar y reaccionar a la música, me fui del club a la tercera canción.
Después del nacimiento o durante la infancia, se puede desarrollar una rutina a la hora de acostarse que implique cantar. Se puede hacer a capela, o con la ayuda de CDs y aplicaciones de música de canciones de cuna (lullabies en inglés) o bedtime beats (música de melodía lenta y que está sincronizada con los ritmos de respiración y sueño de las personas).
A medida que crecemos, la música y el canto de la infancia se quedarán con nosotros durante toda la vida. Yo les canté a mis hijos y ahora ellos les cantan a sus hijos. Es una tradición que se pasa de generación en generación. Los adultos que han sido expuestos a la música desde la infancia también pueden recurrir a los beneficios relajantes del sonido y cambiar su estado emocional en momentos de crisis.
La Dra. Luz Towns-Miranda es psicóloga clínica, con práctica en la Ciudad de Nueva York.