Por Carlos Salcedo
La abstención electoral se produce cuando un elector está habilitado y no acude a votar o, incluso, participa sin votar ni a favor ni en contra de ningún candidato. Podríamos analizar muchas de las causas del ausentismo electoral del pasado domingo. Aquí referiré algunas de estas.
Una de las razones podría ser la idea de que lo único que importa es el esfuerzo personal porque la política no hace nada por la gente. Se trata de una visión individualista y sesgada de la realidad comunitaria y colectiva, gestionada en democracia por quienes nos representan en las alcaldías y distritos municipales.
Otra bien puede ser que los ausentes electorales entiendan que todo está bien como está y que no hay nada que temer por la seguridad y tranquilidad que se siente, con lo cual no hay razón para acudir a las urnas a votar.
Otra causa de la abstención electoral puede ser que haya mucha gente que no tiene idea de lo que significa y hace en realidad un alcalde o un director distrital ni la importancia ni el impacto que sus funciones y desempeño entrañan para el colectivo y la cohesión local y social.
Otra razón puede ser que la gente no crea en los políticos, no espera mucho de ellos ni de la política y, por ello, asistir al Colegio Electoral es un acto improductivo, innecesario y frustratorio. Esto, lejos de ser un acto preocupante para quien se ausenta, debe serlo para el sistema político en general.
En el marco de esta visión, una baja participación es demostrativa de la desconfianza de la gente en la política, porque no se conocen las propuestas de los candidatos ni sus experiencias ni historia de vida ética ni profesional y de trabajo y, en general, no se debaten las ideas de interés general.
Para que haya interés en la política y en los políticos habría que preguntar si el financiamiento público de los partidos y de sus campañas electorales es legítimo, por el uso correcto, transparente y eficaz de los recursos públicos, que es lo que cada ciudadano dominicano aporta para que los partidos políticos realicen la labor de intermediación ciudadana y conciten la atención de la gente por su integridad.
¿Sabemos o sabremos cómo y en qué se gastaron o se gastarán los fondos públicos durante la campaña en las pasadas elecciones municipales y las congresuales y presidenciales de mayo venidero?
¿A dónde fueron a parar o se invertirán, por ejemplo, los 2,520 millones que están consignados en el Presupuesto General del Estado de este año 2024 para los partidos, movimientos y agrupaciones políticas que participaron en las elecciones de 2020?
Solo el Partido Revolucionario Moderno (PRM), de la Liberación Dominicana (PLD), la Fuerza del Pueblo (FP) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) recibieron más de 504 millones cada uno. Dos grupos más de partidos recibieron, unos, más de 43 millones, y otros, más de 13 millones, cada uno. La gente no cree mucho en el destino de esos recursos. He ahí otra causa de ausencia electoral.
Se debería entonces hacer un ejercicio de auditoría privada e independiente, muy serio y luego por parte de las instituciones del Estado a cargo de ello para el conocimiento de toda la población y quizás con ello desaparezca el desinterés que el uso desconocido de dichos recursos genera.
¿Es sincera la vocación de servicio de los políticos? ¿Les importa el interés general? o ¿Les interesa más bien lo suyo o solo del grupo o sector del cual provienen o al cual representan? La mayoría piensa que a los políticos les interesa más el poder, por lo que de beneficios personales o grupales les genera, no lo que por su vía pueda cosechar la población. Ahí radica otra causa del ausentismo electoral.
¿Se vale todo en política porque el fin justifica los medios? Como en general la gente entiende que no importan los medios para llegar y mantenerse, de ahí deriva su falta de confianza en el sistema, causa adicional de la no participación en la mesa de votación.
De igual forma, y es otro motivo de abstención electoral, hay que ver si los políticos del patio son veraces, si se puede creer en ellos porque hablan la verdad y si los medios tradicionales de comunicación, digitales y redes sociales no son simples endosatarios de mentiras hechas verdades, de irrealidades, de engaños y de hipocresías para presentar la mejor cara de lo que no es.
A pesar de las primeras impresiones que daban cuenta de una aparente mayor abstención, es cierto que el ausentismo neto fue en estas elecciones municipales de un 48% -excluyendo del padrón a los dominicanos inscritos en el exterior- y no se aleja del promedio de las 7 elecciones municipales que se han celebrado desde 1998 a la fecha, de un 47.3%.
Pero si queremos demostraciones de consolidación y de fe en el sistema democrático, de compromiso ciudadano con el devenir dominicano, es necesario revisar que el 52% que se abstiene es porque, como potencial votante que es en las elecciones, ha decidido ejercer su derecho al voto absteniéndose, ya que entiende que el sistema político no le ofrece nada, es deshonesto y no tiene ningún impacto en la vida pública, en su vida privada ni en sus pensamientos.
¡Ojo a Cristo! El desencanto, el desgano y la desidia son hermanos univitelinos de los salvadores y mesías políticos. Las entidades partidarias y los políticas deben enamorar a los ciudadanos para que ejerzan su deber y derecho al voto basados en propuestas creíbles, sinceras, realizables, en hombres y mujeres sanos, despiertos, íntegros, demócratas a carta cabal y con sincero y claro espíritu de servicio público, con lo cual se pueden alejar las sombras de los autoritarismos con fachada democrática.